Quería exponer mi opinión sobre una situación que se repite una y otra vez de forma alevosa en Mar del Plata, y que se acentúa mucho más en temporada. Digo en esta ciudad sólo porque viví los 20 años que tengo en ella, pero estoy segurísima de que es una constante en todas las ciudades, y sobre todo en las que reciben afluencia turística. Me refiero a las barbaridades que se esconden detrás de las ofertas laborales y sobre todo las de temporada, que se repiten en muchos rubros y con un buen nivel de descaro. En la enseñanza secundaria, los docentes nos hablan sobre el respeto, la Constitución, las leyes básicas que norman el trabajo… en fin, algunas de las cosas que a uno o a una le sirven para realizarse como persona y desenvolverse en el mundo adulto. Cuando se tienen quince años, esas cosas se comprenden, pero hay algunas que pueden verse ajenas, o lejanas. Se habla de la abolición de la esclavitud y una piensa “-¡Catorce horas de trabajo! ¿Qué ser humano soporta eso?”-; o bien, se puede hablar de las leyes de protección de menores y pensar inocentemente -“la ley dice que los menores de 18 años no podemos ni debemos trabajar”…
Personalmente, busco empleo desde noviembre, y en este tiempo, junte suficiente información como para hacer una mini-lista de barbaridades en las ofertas laborales, porque soy conciente de que hay muchas más, que sólo por suerte, esta vez no se cruzaron en mi camino. Una acotación más: las barbaridades laborales traen consigo la exposición de terribles verdades, como la de madres muy jóvenes con bajos recursos que deben trabajar por sueldos miserables y sin ninguna estabilidad: hoy trabajo, mañana no sé.
Ésta es la lista:
I- Los clasificados. Se exige siempre experiencia laboral. Los más graciosos piden gente a partir de 18 años con experiencia. Se expone, entonces, que buscan jóvenes que hayan trabajado ilegalmente con anterioridad. En los cafés, es común que no den empleo a alguien que no sabe usar la máquina de café. Creo que es una ciencia oculta que se enseña sólo en el Vaticano, como vender ropa o llevar bien la bandeja. Acá nadie te lo enseña.
II- Los empleos. Acabo de preguntar en casa cuál es la institución que protege a la gente del trabajo en negro y que pone límites a los empleadores que lo practican. Por supuesto, nadie supo decirme cuál era, o si existe. Me conformé con que tampoco sepan sobre Tinelli, pero eso es tema aparte. ¿Alguien puede decirme si existe eso que yo pregunto? ¿son personas reales u hombres polilla? El trabajo en negro es moneda corriente, el trabajo en blanco parece un lujo del Olimpo.
III- La carga horaria. Hoy me presenté en un comercio cerca de la Terminal, y con la mejor cara rota, el dueño (un viejito que parece muy bueno) necesitaba una chica que atienda el local 12 horas diarias por $ 1800 (en negro, claro). No quiero pensar que caos traería a su vida tomar a 2 chicas 6 horas cada una y pagarles $ 1000… es mejor chuparle la sangre a una persona con una vida propia y ahorrarse $ 200 al mes. Dentro de 10 años podrá comprarse la casa de campo que siempre quiso.
IV- Los hijos. Cabe aclarar que en dicho comercio, el dueño se encontraba a punto de despedir a una empleada (parecía mas chica que yo) porque debía ausentarse para cuidar a su hijito. ¿Existen posibilidades para las adolescentes con hijos? Mientras tanto, aparecen gentes geniales que protestan contra la educación sexual en las escuelas. Tuve un profesor de Salud y Adolescencia en la secundaria que afirmaba que la pastilla anticonceptiva es un modo de aborto y que su uso es en pecado ante los ojos de Dios.
V- Los privados. En este punto seré breve: compare la cantidad de empleos pedidos que no sean de privados con los que sí lo son. Tengo muchísimas más ofertas para prostituirme que para trabajar 8 horas por el mínimo sin sacarme la ropa.
Seguramente, quienes leen esto ya vivieron su iniciación laboral, y las barbaridades laborales pueden resultarles cotidianamente eternas. Me privé de mencionar otros temas sumamente importantes como la discriminación, la falta de educación, etc. Yo me siento profundamente decepcionada, estudio música desde el 2001 y todavía no pude comprarme mi propio instrumento: es estudiar o trabajar.Y hay muchísimos chicos y chicas en situaciones similares y peores. Dentro de todo, me siento afortunada... Hablo por todos ellas/os, para que a través de este medio, más personas tomen conciencia; porque la injusticia no tiene por qué verse como algo cotidiano, porque trabajar debe ayudar a crecer, a independizarse, a enriquecer el carácter, y es un derecho de cada ciudadano y ciudadana. (No se interprete la mención de ambos sexos como adhesión a ningún partido político sino como forma de expresión antimachista). Abramos los ojos, podemos mejorar la realidad desde la exigencia de los derechos. Y si usted es un desencantado/a, por favor, piense en los que hoy son muy chiquitos. Muchos y muchas antes que yo lo hicieron y hoy están enterrados quién sabe donde.
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